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Cristina Kirchner le recomendó a Alberto Fernández un artículo: "Gobernar no es sacarse selfies"

Durante el acto por los 100 años de YPF, la vicepresidenta compartió un fragmento de una columna de opinión cuyo autor es un profesor de la UBA. Qué dice el afamado artículo y por qué lo recomendó.

03 Junio de 2022 21.00

“Gobernar no es sacarse selfies en reuniones”, dijo Cristina Kirchner en Tecnópolis en referencia a un artículo que le recomendó a Alberto Fernández durante el acto por los 100 años de YPF.

En una columna publicada en el diario Perfil, el profesor de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho de la UBA Lucas Arrimada analiza los efectos de las nuevas tecnologías -como las redes sociales- en la política.

En ese sentido, el autor plantea que la dirigencia política “piensa en slogans con 'punch' pero no puede superar la retórica vacía, la autoafirmación -muchas veces- patética”.

“Likes y retweets como estrategia hacia la nada cortoplacista, hacia el abismo del descontento social y los problemas estructurales”, agrega.

“Me gustó mucho lo que escribió”, dijo Cristina Kirchner, aunque señaló que durante su gobierno se habían solucionado “algunos de los problemas estructurales de la Argentina”.

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El artículo completo

Gobernar no es sacarse selfies en reuniones: banalidad del mal, narcisismo cínico y gestión pública

“El espectáculo, entendido en su totalidad, es a la vez resultado y proyecto del modo de producción existente. Bajo todas sus formas particulares, información o propaganda, publicidad o consumo directo de entretenimientos, el espectáculo constituye el modelo actual de vida socialmente dominante” - Guy Debord, La sociedad del espectáculo (1967).

1.- El daño de las plataformas sobre la acción política. El efecto psicológico y social del automarketing de las plataformas llegó hace rato a la clase política.

Su superficialidad frente a la complejidad de los desafíos sociales, políticos, estratégicos hoy es rotunda, grotesca, insultante de una forma que resulta difícil de tolerar. Por izquierda y por derecha traerá consecuencias atroces. La clase política piensa en slogans con “punch” pero no pueden superar la retórica vacía, la autoafirmación -muchas veces- patética. Likes y retweets como estrategia hacia la nada cortoplacista, hacia el abismo del descontento social y los problemas estructurales. Mientras tanto, se niega la realidad aplastante. Se responde con slogans ecológicos a los ríos secos, al mar comiéndose las costas, sus casas, y a los fuegos descontrolados que tendremos en el verano 2023. No se puede solucionar problemas reales con respuestas publicitarias, un problema sistemático con respuestas cosméticas.

 

Gobernar en la era digital

Esa superficialidad insostenible e insoportable tiene una vinculación íntima con la impotencia que alimentará los sentimientos de angustia, bronca, furia y fortalecerá los discursos contra la capacidad estatal y anti-sistema democrático que seguirán en profundización. Salir de esa superficialidad y volver a una forma de política no impostada, más cara a cara, sincera e imperfecta pero sólida, evitar la toxicidad de la hipocresía y cinismo deberían ser un imperativo de autopreservación en la clase política. Personas que hablan desde la ironía y la superioridad moral con una función pública cada vez más debilitada e impotente. Las imposturas de los discursos potenciarán a las fuerzas destructivas y a los que pedirán acciones llenas de crueldad e ilegalidad extrema. Esas acciones tendrán una concreción real en comparación a esta serie de fotos de Instagram llenas de filtros infantiles publicadas durante cuatro años. El caudal político de la crueldad se potenciará con el descontento sin procesar, sin atender, producto de la negación cínica de la realidad.

Toda política pública requiere disciplina, paciencia, largo plazo, planificación, ensayo, error, fricción, negociación, reconversión, persuasión, lucha, conquista y reconfiguración, escuchar al que gestionó antes, al que gestionó en otro lado, con otro criterio al propio, tratar de aprender del otro, sus errores, requiere algo que hoy en día es tan excepcional y tan lejano como el ideal de justicia social: requiere concentrarse en algo, dedicarle atención y acciones sostenidas a largo plazo. Todo lo contrario a una foto. Requiere una vida comprometida. Sin embargo, el compromiso y responsabilidad en la era del narcisismo e inmediatez es contracultural, contrario al algoritmo.

Gobernar es escuchar a una sociedad angustiada y distraída, su grito silencioso, su furia reprimida, su brotes violentos por venir. Gobernar es escuchar con la atención profunda como prólogo a una posible contención en la escucha y en la necesaria acción concreta posterior.

 

Entre la mano del hombre y los problemas de gestión pública

Decir que la política es espectáculo es una obviedad. Sin embargo la construcción de la nación no siempre fue aceleracionismo de egos. Largo plazo, disciplina, esfuerzo colectivo, oligarquías con proyectos excluyentes pero de largo plazo; versus oligarquías de un sistema de endeudamiento y fuga, trabajadores anarquistas y socialistas que creaban bibliotecas después de un día de trabajo sin jornada mínima; versus trabajadores que odian a trabajadores. Todo contrasta hoy. Políticos, empresarios e intelectuales viven en un constante comprar, mostrar su vida privada e impostar felicidad. La simulación de los valores sociales de los que se carece -y hasta realmente aborrece- en las prácticas y en los resultados, hace que toda esa falsedad e impostura resulte una mueca inútil, una provocación directa para una sociedad con problemas urgentes. Las fotos de Instagram son falsas, pero el odio de la gente que está dispuesta a negar derechos y abrir la puerta al Estado de Naturaleza es real. Están en contra de la Constitución y los DDHH sí, es cierto, pero justamente están trabajando sobre una bronca fogoneada artificialmente pero con base fáctica; incentivada desde sectores que se beneficiarán, pero con raíces en problemas reales que no se están solucionando. Están antagonizando a una hipocresía estructural que carece de interés en entender y actuar sobre deudas sociales e institucionales.

El narcisismo descontrolado de muchos funcionarios públicos será insostenible en tiempos de una impotencia patente de la acción pública para conseguir apaciguar el colapso que se está gestando. Lo primero que colapsó es la responsabilidad institucional de parte de la clase política y de gobierno sobre sus propios funcionarios, que creen que tener una reunión con otra persona es gobernar áreas claves que se están debilitando día a día y van hacia el Estado fallido, sin moneda, sin esperanza y sin plan para cambiar la desesperación creciente.

2.- La política como automarketing narcisista. Desde que los dispositivos aparecieron en las manos de una generación de humanoides, con sus incentivos a la autopromoción y el narcisismo, esto generó que nos transformemos en nuestros propios publicistas, difusores, creadores de slogans, títulos y diseñadores de espacios para llamar la atención del otro consumidor, comprador, lector. Las plataformas que llamamos “redes sociales” son plataformas de publicidad digital que transforman a la mayoría de sus usuarios en dos cosas: 1. información, data cruda sin alma ni dignidad a ser procesada; y 2. publicistas, estrategas de la comunicación, todo el día publicando a sus “audiencias”. Lo que creen que son sus audiencias pero las crean para las plataformas y así establecen un lenguaje, dominan con sus incentivos y prácticas sociales, en apariencia, neutrales.

Las plataformas han moldeado a una generación de personas que venden una imagen de sí mismos a otros pero, sobre todo en el largo plazo, genera autoengaño. Una cámara de eco personal. Personas que se creen su propia autopromoción, su propio pedido de atención y afirmación dopamínica.

 

Comunicar para poder gobernar

Si la política era una herramienta social y colectiva que debía superar los individualismos de líderes y militantes para la construcción colectiva, las plataformas hacen que la política parezca un espectáculo individualista, en extremo narcisista, patético e impotente al que se le suma la guerra cruzada de crueldades, destrucción y autodestrucción constante, cíclico pánico moral y las imposturas hipócritas en la sección comentarios de las letrinas virtuales.

Así como la explotación se volvió autoexplotación, el marketing se volvió automarketing y se piensa la comunicación política con las reglas de la estrategia publicista, o sea, las reglas más básicas para llamar la atención a cualquier costo, crear una mentira vendible y generar adicción de consumo. Se fragmenta a una sociedad, un pueblo, en tantas cámaras de ecos como se puede dividir en las plataformas y se le dice lo que quiere escuchar para extraerles lo que cada uno quiere extraerle: su atención, su ansiedad de consumo, su tiempo, etc. Estoy llamado a publicar esto, hackeando tu atención, para que sigas atenta/o a lo que digo, vendo, público mientras las plataformas nos transforman en información y nos venden a todos, nuestras atenciones están trabajando gratis para uno de los billonarios más narcisistas, estúpidos y peligrosos -bullyioners- de las nuevas oligarquías internacionales que dominarán nuestra realidad aumentada y nuestros derechos humanos durante el Siglo XXI. Que nos salve un Zeus analógico. Humanoides transformados en big data uníos.

Toda publicidad es una mentira, pero tiene que ser una mentira lo suficientemente creíble para que no sea una publicidad engañosa y, por ende, ilegal, una estafa. La autopublicidad es el peor autoengaño. La lógica de la publicidad, lógica del espectáculo reforzado, hace tiempo está dominando la vida. Las cámaras están en todos lados y nosotros sólo miramos pantallas, mientras la guerra se expande y los bosques se incendian.

 

Marketing político del caos

3. Los niños descubren los espejos y se enamoran de sí mismos. Tenemos una sociedad de padres infantilizados y de niños que en el largo plazo se darán cuenta la orfandad que tuvieron al ser abandonados a los dispositivos mientras sus padres estaban distraídos, deprimidos, perdidos, ansiosos por su status social en declive. Los dispositivos tienen otros recién nacidos: los algoritmos. Los niños y los algoritmos, como dijo Jorge Carrión, “están en su infancia y los estamos educando con violencia y perversión”. Nada más cierto que el nivel de brutalidad de la educación de ambos actores del futuro. Reconstruir autoridad, responsabilidad y comunidad es luchar contra diseños de algoritmos, modelos de negocios y sus plataformas que las socavan. No se puede luchar contra la alienación con herramientas que alienan.

Todo este narcisismo cínico sólo permite ver la fragilidad, la profunda carencia y la triste verdad que han llevado a la acción política a la autodestrucción, en la soledad e impotencia retratada en las pantallas. En el contexto de descomposición los más poderosos fagocitarán lo público y la misma acción pública para fortalecerse. Los nuevos señores feudales nacerán de las cenizas de lo que alguna vez llamamos -y quiso ser- una sociedad democrática con capacidad de acción y construcción colectiva.