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Día Internacional del Trabajador: La historia de los Mártires de Chicago

En 1886 ocho trabajadores fueron condenados por protestar por sus derechos. Cuatro terminaron ejecutados y uno se suicidó.

01 Mayo de 2022 02.06

La historia que dio origen al Día Internacional del Trabajador se remonta a 1886, cuando una serie de masivas huelgas en reclamo de las jornadas laborales de ocho horas se hicieron sentir en todo el territorio de Estados Unidos. Y la síntesis de esa lucha quedó grabada a fuego por los Mártires de Chicago, los ocho trabajadores que fueron condenados y ejecutados por protestar por sus derechos.

El 21 de junio de 1886 se inició la causa contra 31 acusados por las autoridades de participar de las manifestaciones y sus consecuencias. Ocho de ellos llegaron a juicio y fueron declarados culpables. Tres de ellos fueron condenados a prisión y cinco, a la horca.

A prisión fueron condenados Samuel Fielden, pastor metodista y obrero textil; Oscar Neebe, vendedor; y Michael Schwab, tipógrafo . A la muerte en la horca, consumada el 11 de noviembre de 1887, fueron ejecutados Georg Engel, tipógrafo; los periodistas Adolf Fischer, Albert Parsons y August Vincent Theodore Spies, y Louis Lingg, carpintero que para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda. Antes de morir, Spies gritó en inglés: “La voz que van a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”.

 

La cronología de una lucha

 

A fines del siglo 19 en la ciudad norteamericana de Chicago, una de las reivindicaciones básicas de los obreros era hacer valer la máxima: “Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”. Por esta lucha se produjeron varios movimientos, en 1879 se formó consenso para hacer escuchar el reclamo a la legislatura de Nueva York.

La mayoría de los obreros estaban afiliados a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, pero tenía más preponderancia la Federación Estadounidense del Trabajo, de origen anarquista. En su cuarto congreso, en octubre de 1884, ésta había resuelto que desde el 1º de mayo de 1886 la duración legal de la jornada de trabajo debería ser de ocho horas, yéndose a la huelga si no se obtenía esta reivindicación.

Recién en 1886, el presidente norteamericano Andrew Johnson promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo la jornada de ocho horas y al poco tiempo, 19 estados sancionaron leyes con jornadas máximas de ocho y diez horas. Hasta entonces, había una enorme heterogeneidad por actividad y por estado, y las jornadas en algunas ramas de trabajo podían durar entre 15 y 16 horas diarias.

Los mártires de Chicago quedaron en la historia. Entre ellos, el carpintero Louis Lingg, para no ser ejecutado, se suicidó en su propia celda.
Los mártires de Chicago quedaron en la historia. Entre ellos, el carpintero Louis Lingg, para no ser ejecutado, se suicidó en su propia celda.
La lucha de los trabajadores en Estados Unidos permitió lograr que la jornada laboral fuera de 8 horas diarias.
La lucha de los trabajadores en Estados Unidos permitió lograr que la jornada laboral fuera de 8 horas diarias.

Ante la falta de cumplimiento de la ley, la “Noble Orden de los Caballeros del Trabajo” remitió una circular a todas las organizaciones adheridas donde manifestaba: “Ningún trabajador adherido a esta central debe hacer huelga el 1º de mayo ya que no hemos dado ninguna orden al respecto”. Este comunicado fue rechazado de plano por todos los trabajadores de Estados Unidos y Canadá, quienes repudiaron a los dirigentes de la Noble Orden por traidores al movimiento obrero.

Fue entonces que el 1º de mayo de 1886, 200 mil trabajadores iniciaron la huelga mientras que otros 200 mil obtenían esa conquista con la simple amenaza de paro. En Chicago, donde las condiciones de los trabajadores eran mucho peor que en otras ciudades de Estados Unidos, las movilizaciones siguieron los días 2 y 3 de mayo.

El 2 de mayo, la policía había disuelto violentamente una manifestación de más de 50 mil personas y el 3 se celebraba una concentración frente a la fábrica de maquinaria agrícola McCormik, la única que trabajaba, y cuando estaba en la tribuna el anarquista August Spies sonó la sirena de salida de un turno de los rompehuelgas. Los concentrados se lanzaron sobre los “scabs” (amarillos) para dar comienzo a una pelea campal. Allí, una compañía de policías, sin aviso alguno, procedió a disparar a quemarropa sobre la gente provocando 6 muertes y varias decenas de heridos.

Una proclama contra la represión convocó a un acto de protesta para el día siguiente, el 4, en la plaza Haymarket; más tarde los hechos ocurridos ese día se conocerían como “Revuelta de Haymarket”. En esa plaza se concentraron más de 20 mil personas que fueron reprimidas por policías uniformados. Un artefacto explosivo estalló entre los policías produciendo un muerto y varios heridos. La policía abrió fuego contra la multitud matando e hiriendo a un número desconocido de obreros.

Finalmente, se declaró el estado de sitio y el toque de queda deteniendo a centenares de trabajadores que fueron golpeados y torturados, acusados del asesinato de un policía.

Después llegaría el juicio y la condena a los mártires de Chicago. Los mártires de la Revuelta de Haymarket son recordados en el Día Internacional del Trabajador, pero la fecha elegida no fue ni la de su muerte ni la de ese episodio de violencia, sino la de la multitudinaria huelga que antecedió a esos hechos y que tuvo lugar el 1º de mayo de 1886.

La fecha de celebración oficial fue instituida finalmente por el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional (París, 1889) en homenaje a los “Mártires de Chicago” y como jornada reivindicativa de los derechos de los trabajadores.